miércoles, 17 de febrero de 2010

Elisa Pineda de Belisario



Daniel R. Scott
Decir: "¿quién no la conoce?" es una pregunta ociosa y hasta irrespetuosa. Todos sabemos de su existencia, de su porte y linaje intelectual. Sobra la pregunta, o a lo sumo es una pregunta retórica. Es conocida por todos. Vida que es mérito y trayectoria fructífera. No es figura prefabricada salida de la nada. No es la invención de las malas artes de una mediocridad, como muchas invenciones que vemos hoy en día por allí. No es medianía que se quiere sentar en el trono del saber, como es la moda hoy. Es ilustrada por derecho propio. Su presencia en eventos tales como la "Cátedra Permanente De Personajes Guariqueños" patrocinanado por la Biblioteca Pública Central "Rómulo Gallegos," es inapreciable, como lo es también cuando se presenta en cualquier otro evento cultural u homenaje realizados a luminarias que han dejado huella en nuestro quehacer histórico regional. Su asistencia misma en tales eventos es un homenaje a su aquilatada personalidad. Sus intervenciones en tono pausado y llenas de datos, frases, sentencias, historias y reflexiones, dictan cátedra. Acertada, mesurada, escribirle este panegírico para mí es un honor y un privilegio. ¿Qué sería de la patria que soñó Bolivar y Rodriguez sino contara con el aporte de almas humildes e ilustradas como las de Elisa Pineda de Belisario? Que para resumir es a quien me refiero. Repito lo mismo que en otros de mis artículos: ¿Qué podría decir de nuestra biografiada sin quedarme corto de ideas e información vital? A falta de cosecha propia, dejemos a Lorenzo Rubín Zamora hablar de ella en mi lugar. Dice que es una "Dama de gran distinción y de espíritu abierto a las actividades sociales, intelectuales y políticas del Estado Guárico." De este corto pensamiento extraemos dos conceptos interesantes y profundos: Lo primero que ha de prevalecer en un individuo para que sea realmente eficaz y productivo es "SER" y luego "EL HACER." Primero viene "su gran distinción" y luego, como consecuencia natural, "las actividades sociales, intelectuales y políticas." Lo dijo en su libro "Un sitio en la cumbre" el escritor Félix Cortéz: "Ser, hacer y tener son las tres estrellas brillantes de la grandeza; de las tres, la más brillante es ser." Hoy queremos hacer sin antes ser, ignorando que nuestras obras serán perdurables en la medida que nuestro espíritu esté debidamente cultivado y hermoseado de virtudes e ideales. Es por ello, en palabras del autor arriba citado, que la obra social de Elisa Pineda de Belisario es "elevada y de encomio, reconocida por su eficacia en la especialidad de rehabilitación de jóvenes con trastornos de conducta, y en protección de la infancia desvalída." Y añade: "Posee capacidad intelectual que se manifiesta en sus hechos y producciones literarias." Por ello desde está mi breve columna un saludo reverente y cariñoso a la matrona objeto de esta reseña, pidiendo a la comunidad que sepa honrar a todos lo que como ella, se entregaron a la noble tarea de construir sin alharacas de ningun tipo la patria que nos merecemos y debe ser. Basta que cada quien sea capaz de transformar el espacio que le tocó vivir. Hasta aquí llego, mi querida dama de linaje elevado y sin mácula. Quisiera, apreciado lector, poseer la madurez, el estudio y una pericia renacentista para pintar con maestría el retrato de Elisa Pineda de Belisario, pero ( ¡Oh pluma torpe la mía! ) me conformo con darte un boceto imperfecto que, eso si, puedas admirar y te sirva de ejemplo.