lunes, 8 de octubre de 2012

TENDER PUENTES por Máximo Alberto Rangel

Anoche, después de conocerse los resultados de las elecciones presidenciales, y luego del gallardo reconocimiento de los mismos, por parte del candidato de la oposición, pude escuchar de algunas bocas el llamado a “tender puentes” de entendimiento y acuerdos entre oficialismo y oposición para poder construir una nueva, mejor y más grande Venezuela. Tengo familiares y amigos muy queridos en ambos sectores: Vínculos muy estrechos nacidos, por cierto, muchísimos años antes de que surgieran en el panorama político nacional, las dos tendencias que hoy dominan dicho escenario. Mucho antes, quiero insistir, de que vinieran a este mundo los dos grandes líderes de dichos sectores, y por ende, sus respectivos movimientos. ¿Quién me quita a mí el derecho y la decisión de seguir disfrutando de la amistad y cariño arriba mencionados?...Se dice que es bueno hacer nuevos amigos, los cuales valen planta, pero conservando a los viejos pues estos valen oro….Y yo no estoy dispuesto a perder ese tesoro, aunque algunos de ellos, libremente decidan en forma contraria. Voté por Henrique Capriles Radonsky, y lo seguiré apoyando, moralmente al menos (por mis limitaciones de salud), en la consolidación del Nuevo Camino para nuestro país. Camino que exige, me hago eco de esa vocería, “tender puentes”. Ahora bien, un puente une dos extremos, y no es un sitio para permanecer en él, sino para ir de un lado a otro. Escuchaba anoche, en entrevista para CNN, a un Juan Barreto “redivivo” (¿lo recuerdan?) mencionando como vocero de su movimiento REDES, algunos logros en zonas populares, pero también que al chavismo (o a su líder) le hace falta corregir o reorientar algunos aspectos de su política para poder asentar a futuro la “revolución”. Minutos más tarde, el presidente reelecto, o con intenciones de eternizarse en el poder, en su saludo al “pueblo” (a la mitad del mismo, pues como dijo el candidato opositor, el presidente debe tomar en cuenta y respetar a la otra mitad que no está de acuerdo con él), invitaba a la oposición a un diálogo (no recuerdo si utilizó ese término) para “unirse” a su proyecto revolucionario. Aquí hay una piedra de tranca: Dialogar implica —de parte y parte— aceptar lo positivo de cada uno y respetar las diferencias insalvables, para poder “establecer puentes” y llegar en este caso, a acuerdos sobre asuntos que pudieran resolverse más efectivamente, si se atacaran en común. Esto, nada fácil en un país tan polarizado, es diferente a decirle a los oponentes que vengan a apoyar “mi” sistema, “mi ideología” y “mi plan de gobierno”… Gallardo fue, repito, el reconocimiento de Capriles, propio de un líder emergente de su estatura moral. Tiene que haberle costado aceptar desde el fondo de su corazón la decisión del pueblo, en una forma honesta y sincera, y no como la de algunos dirigentes revolucionarios que dicen escuchar al pueblo , después de manipularlo y casi soplarle a la gente en el oído (mejor, en la conciencia) lo que tiene que decir, para luego afirmar que el pueblo habló y, por lo tanto hay que escucharlo, porque “la voz del pueblo (?) es la voz de Dios”. Se ha sembrado un camino que, con los “puentes” o los entendimientos necesarios, sin claudicaciones traicioneras, tendremos desde hoy mismo que seguir abonando para una Venezuela mejor…porque ni el Socialismo del Siglo XXI, ni ningún otro sistema, ni sus líderes son eternos, a menos que queramos negar la capacidad del ser humano de evolucionar permanentemente hacia nuevos, más frescos y mejores horizontes. … O a menos que un sector de la población siga pregonando que Venezuela es de todos, entendiéndose por tales, aquellos que piensen “como nosotros”…