viernes, 16 de julio de 2010

Dieciséis mil toneladas

Maritza Turupial


El tema de la descomposición y pérdida de esa cantidad abismal de alimentos esenciales de la cesta básica de los venezolanos no ha podido ser minimizado y mucho menos sustituido no solo en los titulares de los medios de comunicación sino en el más poderoso y el mas contundente de todos esos medios que es “radio bemba”. A pesar de los esfuerzos para superponer sobre este acontecimiento trágico otros hechos noticiosos (los restos simbólicos de Manuelita, los insultos al cardenal Urosa, la inhumación de los restos de El Libertador) difícilmente en cualquier reunión de más de dos personas, de no importa cual estrato social, no surge como tema de conversación ese desastre nacional, tan grave como cualquier otra debacle, si uno se detiene a pensar en su magnitud. Sobretodo si uno piensa en la enorme cantidad de venezolanos que con seguridad se acuestan cada día sin haber probado algo de comer, o en la cantidad, mayor aún, que se alimenta mal porque no le alcanza lo que a duras penas gana para comprar suficiente comida para su familia.

Miles de miles de kilos de leche, avena, carne, pollo y muchos otros rubros almacenados por meses y hasta años en galpones, por ineficiencia e incapacidad para distribuirlos, se pudrieron y están siendo desechados hoy en día sin que nadie asuma responsabilidad por estos hechos que deben ser casi equiparables a un delito de lesa humanidad.

Los venezolanos, no importa la preferencia política que tengamos, no podemos quedar indiferentes ante estos hechos aberrantes, es necesario hacer esfuerzos por influir a través de todos los mecanismos al alcance de la ciudadanía común y en todos los niveles, para que los organismos competentes, la Fiscalía de la Republica , la Contraloría General, la Asamblea Nacional no soslayen el tema y se aboquen con seriedad a llevar a cabo las investigaciones y a castigar a los responsables, pero especialmente a descubrir las causas profundas que ocasionaron esta grave lesión al patrimonio de la Nación, a nuestro patrimonio material que ha experimentado un perjuicio incalculable y nuestro patrimonio moral que encima de encontrarse ya en franco deterioro recibe para colmo un trancazo de esta naturaleza.

Si las autoridades y las instituciones que gobiernan este país y aquellos venezolanos que las apoyan se mantienen en la actitud de restar importancia a estos hechos tan graves, de los que cada día se descubren más aristas, aumentará la desconfianza ya reinante sobre su capacidad para gobernar, y las consecuencias se verán en su momento…