jueves, 23 de septiembre de 2010

Asamblea Nacional para un país distinto

Maritza Turupial

Un amigo me envío un mensaje en el que instaba a votar por el oficialismo en las elecciones parlamentarias basándose en algunos ejemplos que le servían de comparación entre el gobierno actual y los gobiernos del pasado, comparación que encontramos débil y defectuosa de plano, por dos razones, la primera porque los gobiernos pasados, y en eso estamos de acuerdo con la consigna oficialista, no volverán, aunque sin duda la historia reivindicará, como ya lo esta haciendo, los logros para nuestro país, innegables e irrefutables, alcanzados por la democracia post-perezjimenista. En segundo lugar porque lo que se está jugando en las inminentes elecciones parlamentarias es precisamente el inicio de una nueva era en Venezuela, distinta del pasado remoto y también del reciente.

Con la elección este 26 de Septiembre por parte de los venezolanos de una Asamblea Nacional plural se refuerzan los indicios de que poco a poco y con paso firme, en Venezuela se irán instalando e irán prevaleciendo fuerzas profundamente democráticas, con pensamientos y prácticas renovadoras auténticamente inclusivas y abiertas a la participación en los destinos del país de la gente y las organizaciones de todos los sectores, con un sentido distinto al que se maneja actualmente, cuando se exige una parcialización para estar incluido. La inclusión autentica implica el derecho al acceso de todos, individuos, empresas y organizaciones comunitarias, a las opciones y oportunidades que un gobierno diseña, y propone en todos los campos, para el desarrollo de un país y sus ciudadanos e instituciones, no solo para aquellos que le son afectos. Muchos menos significa inclusión confundir el cumplimiento de los derechos a los que tenemos los venezolanos, con concesiones supuestamente graciosas del gobierno, tal como han hecho creer por ejemplo, con el caso de la homologación de los sobrevivientes con los jubilados y otros ejemplos similares.

Este 26 de Septiembre nuestro país empezará a cambiar para bien, el supuesto socialismo que preconiza el gobierno sufrirá un revés en su pretendido avance, porque a la mayoría de los venezolanos no nos interesa ni un poder ejecutivo, ni una asamblea nacional, ni un poder judicial cuyos propósitos fundamentales son la detención y el acaparamiento del poder por parte de una sola parcialidad política en todas de todas las esferas de la vida nacional, que presionan a los empleados públicos, que tienen un discurso de estira y encoge con respecto a la propiedad, porque en vez de regular y reglamentar lo que quieren es apropiarse, que lejos de fomentar y orientar el diálogo y los acuerdos entre los sectores, han propiciado la intolerancia y el divisionismo en la sociedad venezolana. En fin, la mayoría de los venezolanos no somos afectos al totalitarismo, y menos al personalismo que se ha creado alrededor de una figura que subordina los intereses de Venezuela y los venezolanos a sus intereses políticos, a una figura que lamentablemente ha producido en muchos de nuestros compatriotas, aunque ya van en franca disminución, un fanatismo que los ha alejado de la realidad verdadera del país y los mantiene más bien entre la ficción y la apariencia.
El futuro de Venezuela, quizás no de inmediato, pero el futuro para nuestros jóvenes y también para nosotros, se perfila como distinto, para bien.