martes, 6 de abril de 2010

San Juan Duele

Maritza Turupial

San Juan de los Morros solía ser hasta hace unos 30 años, una ciudad pequeña, por no decir un pueblo grande, que a lo largo de estas tres décadas ha visto crecer su población, como suele suceder con las ciudades, por la llegada de oleadas sucesivas de nuevos pobladores, asociados principalmente con el crecimiento de sus universidades, la Universidad Rómulo Gallegos sobretodo, y también por la expansión de los quehaceres administrativos al estar asentada en esta ciudad capital, la sede del gobierno estadal y de la mayoría de las oficinas gubernamentales del nivel central.

No se puede decir, sin embargo, que en San Juan los servicios de los cuales los ciudadanos nos proveemos se hayan incrementado en la misma proporción que el aumento de la población, tampoco la calidad en la prestación de esos servicios ha experimentado ninguna mejoría, en muchos casos incluso se puede decir que ha empeorado al punto de ser motivo de desesperación para muchos sanjuaneros.

No hablaremos de energía eléctrica ni de agua porque es un tema que esta en el ánimo, o el desánimo de todos aquí, y no estaremos alegando nada que ya no se haya dicho privada y públicamente. Este es el tema del año en San Juan y en el país entero. Usaremos más bien de ejemplo servicios como los bancos, los supermercados y otros que proveen bienes y servicios. Las tediosas e interminables colas y la pérdida de tiempo que los sanjuaneros experimentamos en los bancos y en los supermercados no los hemos visto en otras ciudades. Quién nos podrá explicar por qué los bancos y los supermercados de esta ciudad no invierten en la ampliación de sus sedes, en el aumento y mejoramiento de sus servicios y en procurar mantener la provisión de todos los productos que ofrecen sobre bases más permanentes? Basta que haya unos días feriados para que el dinero de los pocos cajeros que existen en esta ciudad se agote de inmediato, el resto del tiempo hay que salir a la Villa o a Maracay para accesar a nuestro dinero encerrado en los bancos. Y en los supermercados, aunque se sabe que hay restricciones para la provisión de muchos rubros alimenticios, por qué uno ve en otras ciudades cercanas que los supermercados tienen de esto y de aquello y aquí en San Juan no lo encuentras?

Luego, sumemos a esta insuficiencia de bienes y servicios, el trato que la mayoría de las veces recibimos de aquellos encargados de proveerlos: casi siempre, poco afable, más bien frío, a veces hostil y demasiadas veces con enormes muestras de incompetencia. Que sensación nos queda en general a los sanjuaneros como usuarios y como clientes? Existen en la ciudad muchas y honrosas excepciones, gracias a Dios, pero aun necesitamos que en todas, todas las instituciones de servicio al público, el buen trato y el servicio eficiente se conviertan en la regla, siempre.

San Juan duele porque no queremos que se profundice aquí el caos que hoy en día acompaña a las ciudades en crecimiento, deseamos que los que aquí vivimos, sanjuaneros y no sanjuaneros, luchemos cada uno en su pequeño o en su gran entorno para que se convierta más que en una ciudad grande, complicada e invivible, en una pequeña gran ciudad, con servicios modernos, eficientes, con gente amable consciente para dar y para recibir con eficiencia y eficacia lo que sea que nos toque dar o recibir.

Necesitamos que lo que existe mejore, y sumado a ello necesitamos que se invierta más en centros, espacios e infraestructura para la gente, para la vida en comunidad, por ejemplo, en parques y otros sitios de recreación, en más zonas verdes visitables, en cines (no tenemos ninguno), en al menos un centro cultural moderno, con teatro, sala de exposiciones, áreas para la formación y la práctica de diversas formas de expresión cultural, necesitamos que la biblioteca publica empiece a funcionar, (tenemos entendido que pronto ocurrirá, que bueno!). En fin mientras más expuestos estemos los sanjuaneros a distintos espacios que nos permitan ser y tomar conciencia de nuestra ciudadanía y de que ello implica tomar en cuenta a los demás en nuestros actos, más pronto dejaremos ver muestras frecuentes de trato desagradable, de cómo ensuciamos de manera flagrante la vía publica, de cómo cruzamos las calles por donde nos place sin tomar en cuenta las señales, agravando el caos del tránsito, de cómo los varones ya crecidos se detienen y orinan donde les provoca (una nueva moda), de cómo los equipos de sonido braman sin medida en las calles, atormentando a los peatones, y de noche y hasta la madrugada en otros sitios como el stadium, sin piedad ni consideración con los durmientes, “cualidades” y comportamientos que apenas son una muestra de lo que esta tomando cada vez más cuerpo en nuestra sociedad, y que, pacateria aparte, se practican impunemente, como si formaran parte de la normalidad. Por los momentos es algo que duele experimentarlo a diario pero también abrigamos la esperanza y la confianza de que irán dándose condiciones para que mejoremos y maduremos y San Juan llegue a ser la gran ciudad a escala humana, ordenada, agradable, habitable y sostenible que muchos anhelamos.