martes, 9 de septiembre de 2014

LA INCONFORMIDAD SOCIAL

Máximo Blanco
 Las orientaciones políticas del régimen y la crisis económica creada, por sus errores, han disminuido la calidad de vida del venezolano. Ello, por que los problemas sociales se han agravado y multiplicado. Situación que ha comenzado a crear descontento entre los sectores más débiles de la población.
En este sentido, la inseguridad personal es una de esas dificultades que afectan la tranquilidad de los venezolanos. Hoy, debido a la impunidad reinante, la delincuencia  organizada se ha repartido en el territorio nacional, aumentando la criminalidad, los atracos, los secuestros, el robo de vehículos y el cobro de vacunas, situación que mantiene aterrorizada a toda la población.
La educación, vendida como uno de los éxitos del presente régimen, también está en crisis. El deterioro de la infraestructura educativa, la existencia de 5 millones de niños fuera del sistema escolar, el millón y medio de analfabetas que aún persisten y el bajo nivel académico, desnudan las mentiras de la propaganda oficial. Y si  a esta situación le agregamos los bajos salarios de los docentes, el cerco presupuestario a las universidades y las pretensiones del régimen  de eliminarles la autonomía, no habrá dudas que aumentarán las movilizaciones de estudiantes y profesores.
Los millones de dólares que se han invertido en el sector eléctrico parecen tener un destino diferente, pues no se observan mejoras en el servicio. Hoy, continúan registrándose más de 2 mil apagones por semana, causando daños a los aparatos electrodomésticos, a los alimentos y frenando la actividad económica en el país. Esta situación continuará siendo otro factor estimulante de protesta en todo el territorio nacional.
Los pésimos servicios de salud también atizan la lucha social. El déficit de médicos en los hospitales supera el 50%. Existe una marcada escasez de insumos y enseres que afectan el funcionamiento de hospitales y clínicas privadas. Más del 60% de los módulos de Barrio Adentro no están operativos. Los  medicamentos están desaparecidos, y este  régimen niega los dólares que se requieren para garantizar las importaciones del sector salud.
Otro problema, que preocupa a los venezolanos, es la escasez de viviendas, cuyo déficit pasa de los 3 millones de unidades. Miles de casas ahora son multifamiliares, pues las parejas jóvenes no tienen los recursos para adquirir sus viviendas. Pero además, los entornos familiares, en las barriadas populares, se encuentran afectados por deficiencia de drenajes, cloacas, calles, transporte público y la falta de acceso al servicio de agua potable.
Sin embargo, los problemas sociales a los que, en estos momentos, la población le asigna mayor preocupación  derivan de los desequilibrios macroeconómicos. En ese campo, el desabastecimiento y el alto costo de vida han pasado a ocupar los primeros lugares de inconformidad en los diversos estudios de opinión que se han realizado en el país. El salario social está en franca caída, pues para cubrir la Canasta Alimentaria Familiar se necesitan más de tres salarios mínimos. Situación que, sumada al aumento del desempleo  y el sub-empleo, ha llevado a que por cada hora 200 venezolanos pasen a ser ubicados en el área de la pobreza. Y estos problemas siempre conducen a la población hacia un sacudón de conciencia.
 En síntesis, el hambre, la inseguridad personal, las colas, la carestía de vida,  los apagones, la corrupción,  la exclusión laboral, el “no hay” y el anuncio del racionamiento biométrico están  estimulando esta inconformidad social que se levanta en Venezuela, y que, sin dudas,  abre una clara oportunidad para organizar la mayoría necesaria en función del cambio político.