jueves, 7 de octubre de 2010

Dialogos Ideologizados e Ideologizantes



 Daniel R Scott

 Una día de enero de 1995. Como no tenía nada que hacer hoy en la mañana luego de salir de la entidad bancaria, decidí ir a visitar a mi amigo. Hablar con él será mucho mejor que andar por ahí de brazos cruzados viendo como se derraman inútilmente como agua en las calles las horas que pasan impasibles. Y no hay nada peor que una hora que se pasea impasible frente a ti. Solo tengo que caminar unas tres cuadras y ya estaré allí. Y tendré con qué llenar un par de horas, la posibilidad de darle rostro con una acción o persona definidas.

 Al llegar me detuve un instante para saludar al personal. Es el mismo personal de otros años, sentado de la misma manera de otros años, conversando las mismas cosas de otros años, con expresión de hastío y de fastidio de otros años, deseando estar en cualquier parte menos allí, al igual que otros años. Pero los entiendo: noble labor la que se realiza aquí, pero no se hace carrera. Así como entras te vas. Saludé y sin muchas ganas de iniciar cualquier tipo de dialogo me desembaracé amablemente de todos y me fui directo a la oficina de mi amigo, que en ese momento se hallaba en compañía de tres jóvenes: otro buen amigo, eterno colaborador de la institución; un joven adornado con los símbolos del "Heavy Metal" y un estudiante pálido, blanco, de piel traslucida, que se define a sí mismo como "pro- stalinista". Me pregunto si conocerá el significado exacto del término. No confiaría en una persona con esa orientación. Al menos no en otro país. Yo no me olvido lo que leí de la colectivización de la tierra y de las terribles consecuencias que le acarreó al campesinado ruso. Cuando alguien le preguntó a Stalin hasta cuando estaría matando gente, éste respondió: "Hasta que sea necesario". Pero es un muchacho, se entiende.
 Vaya zoológico pues. Aquí está el siglo XX representado.
Mi amigo al verme se alegró mucho. Es que somos muy buenos amigos.
-Epa Daniel, ¿que tal? me dijo- Estamos hablando de política.
En este país no se habla de otra cosa que no sea política. He llegado a pensar que nuestro subdesarrollo se debe a creer ciegamente que nuestros problemas son eminentemente políticos. Desde 1830 eso creemos.
-Ya veo- le respondí.
Llegué en medio de una animada conversación que no fue interrumpida por mi intempestiva presencia. El joven stalinista o como sea que se llame esbozaba con movimiento de manos y gestos sobreactuados los planes y proyectos del movimiento estudiantil para beneficiar e incluso redimir a las clases sociales desposeídas. Le observé detenidamente y con incredulidad, midiendo no solo el alcance de sus palabras sino su apariencia: la clásica y desfasada jerga revolucionaria, los mismos clichés marxista que circulaban en el Pedagógico de Maracay en la década de los setenta y ochenta. Cuando supe de la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 y de la turbulencia política y golpista en la Unión Soviética de 1991 me aseguraba a mí mismo que ya no volvería oír hablar de estas cosas, pero veo que estaba muy equivocado. O este logró escapar del derrumbe del comunismo en la Europa Oriental. Cuando papá intentó explicarle a nuestro querido y buen amigo el abogado Yuri Buaíz lo del debacle del comunismo en Europa, él contestó: "Es que ellos no eran comunistas. Comunista soy yo".
Pues aquí tenemos otro raro ejemplar, la especie en extinción de los "El Comunista soy yo". En la franela, a la altura de su corazón, colgaba un prendedor dorado, negro y esmaltado con la popular efigie del Che Guevara. Me dio por participar de la conversación para fastidiar un poco.
-Por cierto- le dije con un falso tono de interés y de inocencia- ¿qué predican ahora que se derrumbó el muro de Berlín y después de lo que sucedió en la Unión Soviética hace cuatro años? Porque tu hablas y lo que yo oigo me parece tan obsoleto como el Spútnik. ¿No sería mejor admitir que el comunismo fracasó y buscar otras alternativas de lucha social?
El buen "pro- stalinista", quien además es el presidente del Centro de Estudiantes, captó la mala intención y el sarcasmo implícitos en mis palabras. Ordenó marcialmente sus ideas, busco las palabras adecuadas y contesto con sonrisa nada amistosa:
-En Europa Oriental nunca hubo un comunismo como tal. El comunismo presupone la inexistencia del Estado, así que nunca existió. No sabes mucho de estos temas. Lo que si prevalecía fue una burocracia que arruinó la economía y pervirtió al marxismo-leninismo. De manera que no se puede hablar de fracaso tal cual como tu lo afirmas.
-No me convences- le respondí meneando negativamente la cabeza-Y no sigas hablando porque al final ni sabré a donde quieres llegar. Siempre nos vienen con acrobacias intelectuales para explicar lo inexplicable y uno termina tragándose todo el cuento. Pero una cosa es cierta: fracasaron
-Fracasan-señaló mi amigo-porque el comunismo, socialismo o como le llamen no es más que una utopía. Como sistema político es inoperante  e inviable. Su única virtud estriba en poseer elementos que ennoblecen a sus partidarios.
-No creo que deducir la moral de lo que beneficia a la lucha de clases y asesinar a tus padres si es preciso en pro de los intereses de la revolución sea algo ennoblecedor-objeté yo.
-Bueno- respondió defendiéndose- no me refería precisamente a eso. Pero, de todos modos, creo que el Che Guevara fue un fracasado... Como médico, como político, como guerrillero... No entiendo porque lo endiosan tanto.
Fue un soñador, un idealista-dijo el de la piel traslucida acariciando con orgullo el prendedor que llevaba en el pecho-Eso es lo que necesitamos hoy en día
-De cualquier modo lo que yo digo es que no estoy de acuerdo con eso del que fin justifica y los medios-dije, y mirando al presidente del centro de Estudiantes añadí: Jamás estaré de acuerdo con un Stalin que dijo que ninguna revolución se puede hacer con guantes de seda, ni mucho menos con un Lenín que decía: "No se puede freír un huevo sin antes quebrar la cáscara" o algo semejante a eso, parafraseando... ¿Y todo para qué? Fracasaron después de setenta años de experimentos
-No comparto tu posición-replicó el ideólogo del marxismo-leninismo.
-Esa es tu libertad-le dije-compartir mi posición o no. Yo solo señalo lo que está escrito en la historia. Allí tienes la revolución francesa y la misma revolución rusa que tu tanto admiras: pese a los ideales y a las masas que movieron terminaron por traicionarse a sí misma y engendrar a dos déspotas que hicieron del culto a su personalidad su única política: Napoleón y Stalin. El primero se coronó como emperador, y el segundo fue uno de los asesinos más connotados del siglo XX. ¡Cuantos campesinos no murieron por negarse a la colectivización de la tierra! Y...
-Pero lo mismo sucedió con el Cristianismo-acotó con no poca perversidad el líder estudiantil, sabiendo de mis inclinaciones
-Lo cual corrobora otra tesis mía-me defendí de inmediato-Absolutamente nada se salva de las manos del hombre. Fue Ignacio Burk el que dijo... ¿O fue otro? Bueno el que sea... Dijo más o menos así: "Las ideas pierden fuerza o se corrompen cuando se institucionalizan" y el Cristianismo se institucionalizó, perdió su empuje revolucionario inicial. Pero al menos duro más que tu comunismo de la Europa Oriental. Le abonó el terreno a una Edad Media, fundó monasterios donde se vivía una intensa vida cultural, creó instituciones que, pese al oscurantismo de la época, aún hoy son las bases de la sociedad, pese  a que, no te lo niego, el cristianismo no sea hoy más que un cadáver histórico que nadie se atreve a sepultar por respeto, sentimentalismo y reverencia.
-Para ti todo ha fracasado-respondió-Entonces, ¿qué propones en vista de ello? ¿Cruzarnos de brazos y dejar que todo continúe de mal en peor? Con esa mentalidad jamás se habrían logrado muchas de las reformas sociales y políticas que hoy disfrutamos. Tienes algo del oscurantismo de esa Edad Media que tu mencionas. Porque pese a lo que dices sí se han logrado cambios.
Muy buena respuesta, después de todo. Sin duda exagero. O solo quiero molestarle, acicatearle un poco. Me molesta la gente que cree ciegamente en todo, la que cree que nunca se equivoca, esos son los peligrosos, los que crean sistemas totalitarios y hacen de las ideas dogmas que te llevan a la cárcel. Y me molesta esa manía absurda de querer cambiar el mundo. El mundo a lo sumo se puede mejorar pero nunca cambiar en el paraíso terrenal que estos sueñan con la sola ayuda de las ideas. No me gustan mucho. Y en el fondo, quizá yo sea igual a él, otro dogmático, un irreductible. Sin percatarnos de ello atacamos en los demás nuestros propios errores, nos asquea del otro nuestras propias deformidades y, aun peor, alabamos en el prójimo nuestros puntos de vista, que es la peor de las vanidades Creo en las ideas bellas y ennoblecedoras, pero también estoy consciente de como la naturaleza humana se opone a ellas. Me gusta presentar mis puntos de vista pero no sello los corazones con ellas como quien marca a una res con un hierro candente. Es una tontería.
-Los cambios no los niego-aclaré-y luchar por un mundo mejor sería la única meta que ocupe la atención del hombre. El hombre, cuando deja de luchar o de creer en una idea, muere. Alguien dijo que la grandeza del ideal consiste en luchar por él, alcanzarlo sería solo la recompensa. Pero eso de presentar al mundo un líder o una idea como la panacea a los males de la humanidad es un craso error. Y los pueblos son los que al final sufren. Ahí tienes a Fidel Castro y sus treinta y tantos años de dictadura. Un pueblo que sufre por culpa de un solo hombre que no se sabe si es Martiano o Marxista o simplemente un dictador, otro de tantos de los que ha tenido Latinoamérica.
-Pero son los líderes y las ideas que engendran lo que lleva el mundo adelante-contestó el líder estudiantil- No me vas a negar que gracias a un hombre llamado Marx y a sus ideas surgió el primer estado comunista de la historia. Sin hablar que Lenin, echó abajo el imperio zarista.
-Pero hace falta algo más. Las luchas sociales y políticas están infiltradas por limitaciones y oportunistas de todo tipo. Suelen dañar los principios. Con razón decía Burgess...
-¿Burgess? ¿Qué Burgess?-interrumpió con interés el devoto del Heavy Metal, que hasta ese momento se había mantenido al margen de la conversación, limitándose a mirarnos con cara de no entender mucho-¿Quien es él?
A lo mejor lo confunde con algún interprete de su música predilecta muerto con una sobredosis de droga.
-Sí, Burgess, Anthony Burgess-continué yo-dijo que solo existía esperanza en la regeneración personal, en el amor... La reforma política había fracasado.
-Regeneración personal, amor, eso me suena muy sospechoso... Ya vas a venir con lo de Cristo y el evangelio... No es que irrespete tus ideas pero creo lo que dijo Lenin: "la religión es un licor idiotizante".
Pero no puedes generalizar-dijo el director-eso no es objetivo. Esa frase debe interpretarse dentro del contexto de la sociedad rusa. La iglesia ortodoxa era una caricatura del cristianismo bíblico. Pero el evangelio sigue siendo una opción válida-afirmé-una alternativa sin usar. O que no se ha sabido usar. En todo caso la iglesia ortodoxa rusa no era cristiana: era una parodia del cristianismo. Y pagó las consecuencias: sus templos terminaron convertidos en museos o en simples depósitos.
- Eso es cierto: el espíritu del evangelio sigue siendo una alternativa sin usar-dijo mi amigo, quien se limitaba a ver la polémica con cara divertida-debería llevarse a la práctica dentro de modelos políticos.
-Y se puede-añadí yo- Leí algo de eso en alguna parte y hasta lo memoricé, pero no me acuerdo del autor. Es un hombre de apellido Pérez.
-Eres un mal lector- dijo el amigo de la clase obrera-Yo acostumbro tomar notas, hacer resúmenes, elaborar fichas...
-Si, está bien seguiré tu consejo-le respondí interrumpiéndolo-pero memoricé la cita que es lo importante. A ver... dice así: "Es obvio que el evangelio no es una doctrina de estrategia revolucionaria ni un tratado de organización socio-económica, es el espíritu previo a toda táctica y toda organización".
Entonces un funcionario interrumpió la conversación presentando alguna queja contra algún otro funcionario y todo quedó hasta allí. Como se acercaba el mediodía y arreciaba el hambre me fui a casa.
Eso es todo.
1995

1 comentario:

Anónimo dijo...

No hemos aprendido nada desde que se cayó el mentado Muro